INTRODUCCIÓN: DOCTRINAS LECHE Y DOCTRINAS CARNE

Por Ricardo Vivas Arroyo

El apóstol Pedro recibió las llaves del Reino, o principios que nos dan acceso al Reino de Dios, verdades básicas o rudimentos del Evangelio que son la leche espiritual que debe alimentarnos al inicio de la nueva vida en Cristo (1 P. 2:1-3); también sabemos que San Pablo habla en sus epístolas de las mismas cosas, desarrollándolas más ampliamente (2 P. 3:16). Así que vamos a introducirnos al tema de las siete verdades clave, partiendo de las siete doctrinas básicas o rudimentos y encontramos enlistadas por orden en Hebreos 6:1-3.

«Por tanto, dejando la palabra del comienzo en la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando
otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, y de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, y
de la imposición de manos, y de la resurrección de los muertos, y del juicio eterno. Y esto haremos a la verdad,
si Dios lo permitiere»

Las primeras doctrinas que debemos conocer bien como cristianos, son estas siete, mencionadas por el apóstol Pablo como palabras del comienzo. Para tener una visión panorámica de las verdades carne o vianda firme a las que el apóstol se refiere, para así poder ir adelante a la perfección, y su relación con la voluntad de Dios. El siguiente esquema nos muestra las siete
doctrinas fundamentales o leche espiritual para crecer en salud:

ESQUEMA 1: VERDADES “LECHE” O RUDIMENTOS DE LA DOCTRINA

Es importante la recomendación que Pablo dio a Timoteo acerca de la sana doctrina que le enseñó, diciéndole que retuviera la forma de las sanas palabras que le escuchó enseñar (2 Ti. 1:13), no le dijo que retuviera las sanas palabras solamente, sino la forma. Pablo hace referencia, como un perito arquitecto que era, a la forma en que un edificador debe leer los planos constructivos para llevar a cabo un edificio. La palabra en griego traducida como forma, es hupotuposis, que significa esquema, plano o patrón, es decir, Pablo le dice que retuviera el esquema, o estructura en que les había enseñado la sana doctrina, presentada en un plano constructivo general del cual se pueden desprender los detalles sin perder la visión integral. De no hacerlo así, las preciosas verdades de la doctrina pudieran verse sueltas o deshilvanadas unas de otras, y por lo tanto perder su balance. Más adelante Pablo le exhorta también a que al entrar en los detalles, lo haga bien, de modo que no tenga de qué avergonzarse (2 Ti. 2:14). La palabra griega traducida como trazo es Orthotomeho, que significa disectar o efectuar un corte preciso, es decir, que al entrar en los detalles estos correspondan exactamente a lo mostrado en el plano general.

Las siete Verdades Clave o llaves de la revelación carne, que sirven para abrir los siete sellos y darnos acceso a las cosas profundas que sólo Cristo puede compartirnos para llevarnos a la plenitud (Ap. 5:1-10), fueron los temas que Pablo abordó al escribir cada una de sus epístolas a las siete iglesias gentiles que él apostoló: de Roma, de Corinto, de Galacia, de Éfeso, de Filipos, de Colosas y de Tesalónica. Es importante también saber que la forma en que está estructurada la epístola a Los Hebreos, corresponde a estas siete llaves, las que el apóstol también pudo compartir con su pueblo, que conocía el simbolismo del Antiguo Testamento. Es por eso que también podemos referirnos a dichas figuras del Antiguo Testamento, para comprender que ilustran en forma armónica estas siete doctrinas “carne”; además se pueden comparar con las siete columnas de la casa que la Sabiduría edificó, según Proverbios 9:1-6, ya que Cristo mismo es la Sabiduría que junto con el Padre estuvo creando y ordenándolo todo (Pr. 8:22-31). El Salmo 23 nos muestra también estas siete verdades clave, y además otros pasajes de las Sagradas Escrituras. Con todo ello, podremos estar seguros, que no son verdades sueltas, sino perfectamente estructuradas, ya que el siete en la Biblia, es símbolo de perfección o plenitud, y al corresponder a él, estas doctrinas están completas y además cumplen el propósito de llevarnos a la plenitud.

1.- La primera doctrina “leche” nos enseña quién es Cristo, nuestro Salvador y Señor, Él es la Palabra de Dios hecha carne (Jn. 1:1-3, 14), es Dios mismo manifestado como un ser humano (1 Ti. 3:16). Sabemos que el Señor es el modelo perfecto de lo que Dios quiere del hombre (Jn. 13:15, 15:8, 1 P. 2:21, Ef. 4:20-21, 5:1-2). Sabemos también que El no vino a abrogar la ley
sino a cumplirla (Mt. 5:17). El misterio de la piedad nos es revelado por medio de la doctrina de Cristo, doctrina fundamental, eje de todas las demás doctrinas, porque nos centra en Quién es Él y lo que hizo, lo cual no puede ser contradicho: Que Cristo es Dios manifestado en carne; que fue justificado con el Espíritu; visto de los ángeles; predicado á los Gentiles; creído en el mundo, y recibido en gloria (1 Ti. 3:16). Comprender cada uno de los siete aspectos mencionados por el apóstol, es esencial para avanzar en las demás doctrinas básicas y posteriormente a las doctrinas vianda sólida que nos llevarán adelante a la perfección.

Conocer la Doctrina de Cristo es la «leche» que nos permitirá comprender las Verdades del Orden Divino, Dios quiere qué lo que el Señor Jesús inició, nosotros lo continuemos en la manera que Él lo hizo, en el tiempo correcto y con la ayuda correcta. Dios es un Dios de Orden y la iglesia que pretenda cumplir la Gran Comisión, deberá conocer el Orden que Dios estableció para la vida personal, para la familia, para la iglesia y para el ministerio (1 Co. 12:31, 14:33, 40; 1 Ts. 5:14, 2 Ts. 3:6, 11-15).

2.- La segunda doctrina básica que se desprende de la doctrina de Cristo es la del Arrepentimiento de Obras Muertas. El arrepentimiento involucra la mente, los sentimientos y la voluntad, es decir, la razón se da cuenta que está equivocada, al corazón le duele de haber fallado, y la voluntad gira en sentido contrario al que se llevaba, es por eso que implica un cambio
radical de estilo de vida, abandonando la mundana manera de vivir para volverse a Dios. Algunos, después de arrepentirse, se vuelven al engaño de la vida religiosa, que logra un cambio basado en el esfuerzo propio, olvidando que éste siempre produce obras muertas ya que son producidas por la vida natural y no por andar en el espíritu (Ro. 8:8, 12-13).

El reposo viene con el perdón que Dios regala al que se arrepiente y cree, pues la Sangre de Cristo limpia su conciencia de las obras muertas para poder servir al único Dios vivo y verdadero (He. 9:14), por lo mismo no debemos ceder jamás a la tentación de volver a vivir en nuestro esfuerzo, en vez de disfrutar del poder de su gracia.

Cesar de obrar en nuestras fuerzas es entrar en el Reposo de Dios (He. 4:9-11); es únicamente por medio de la gracia que se van a lograr sus propósitos en el creyente (2 Ti. 2:1). El Reposo es por fe para que sea por gracia y no por obras (Ro. 4:16, 11:6). Las obras del creyente deben ser las obras de Dios en él; no para alcanzar su favor, sino porque ya lo tiene; son fruto de
su gracia, por fe y para su gloria (Ef. 2:8-10). Dios no nos quita su yugo, nos da su gracia para aprender a llevarlo con reposo (Mt. 11:28-30). Reposo no es hacer nada, sino hacer la voluntad de Dios en fe; no es bajar el estándar para que se nos facilite 3 alcanzarlo, sino recibir los recursos espirituales para lograr cumplirlo. No es que no enfrentemos problemas, sino tener la paz de Dios en medio de la más fuerte oposición a hacer lo correcto (Hch. 20:22-24).

Las Verdades del Reposo, son siete maneras de entrar en él y la gracia es el medio para alcanzar la madurez, su punto de partida es la doctrina del Arrepentimiento de Obras Muertas, que son todas aquellas, malas y buenas, que realizamos basados en nuestra propia capacidad natural.

El creyente puede edificar con seis materiales diferentes, tres prefiguran lo que él puede hacer por sí mismo y los otros tres, lo que puede hacer en Dios (1 Co. 3:11-15): La madera representa las buenas obras del esfuerzo propio dedicadas a Dios; el heno, una planta parásita que se utiliza como ornato, representa las obras de aquellos religiosos cuyas raíces no están en
Cristo, que están más preocupados por la opinión de la gente que de agradar a Dios, llenos de tradiciones y actividades copiadas del mundo, tales como: Navidad, Semana Santa, pastorelas, celebración de 15 años, etc.; y la hojarasca, como desecho de las plantas, puede ilustrar las obras malas hechas con hipocresía, como comerciar con el evangelio, edificar un
reino propio, tolerar y/o practicar el pecado como forma de vida, tales como la mentira, el robo, las groserías y cosas peores que Dios nos exhorta a mortificar por el espíritu, para poder heredar el Reino de Dios (Ro. 8:12-13, Gá. 5:21, 1 Co. 6:10). Todas éstas obras, buenas y malas, son carnales y la prueba de fuego lo demostrará. En cambio, el oro es tipo de lo divino, la
plata de la redención que nos introdujo en la gracia y las piedras preciosas de los regalos del Espíritu Santo que dan gloria y belleza a las obras espirituales; estos materiales al ser pasados por fuego no se queman sino que lucen más brillantes, así las obras del creyente hechas en el espíritu, la prueba demostrará que son obras de Dios y sólo ellas serán recompensadas.

3.- El tercer rudimento doctrinal es, Fe en Dios. Certeza, confianza plena, convicción que da al creyente total seguridad (Mr. 11:22). La fe no es ciega, es más bien visión espiritual (2 Co. 5:7); es la capacidad de ver las cosas como Dios las mira, es saber en quién hemos creído y de lo que es capaz (1 Ti. 1:12). La fe tiene cuatro manifestaciones:

La primera es la fe creativa, es el don de fe por el que recibimos la Salvación (Ef. 2:8), es dada con medida diferente a cada uno (Ro. 12:3). A algunos le es dada como una herramienta especial que les permita servir a Dios conforme a su vocación, es decir, uno de los nueve dones del Espíritu Santo para edificación de la iglesia (1 Co. 12:9).

Una segunda manifestación es la fe doctrinal, la que fundamenta al creyente, es en qué se cree (Hch. 6:7, Jd. 4, Col. 2:7). Por esta clase de fe es que podemos estar firmes, permanecer en la Verdad y ser estables, es una fe confesional, que cree la Palabra de Dios, por la fe la entiende y la confiesa (Ef. 4:14, He. 11:3).

La tercera es la fe como fruto del Espíritu (Gá. 5:22), aquella que se desarrolla en el creyente como parte de su carácter, la fe de Cristo que se manifiesta más a medida que el cristiano madura y se parece más a Él.
La cuarta manifestación de la fe es la que está consciente de Dios, nos permite mirar las cosas celestiales, es uno de los cinco sentidos del espíritu regenerado, la vista espiritual de la nueva criatura (2 Co. 4.18, 5:7, Ro. 8:24, He. 11:1, 13, Col. 3:1-2).

Es claro que la fe es la base de la obediencia y por ende de la autoridad, por lo tanto, conocer esta doctrina del comienzo, nos permitirá comprender la doctrina firme de las Verdades Vencedoras, que permiten que el creyente camine seguro, en victoria, bajo la protección de la gracia divina, que se derrama sobre todo aquel que cree (2 Co. 2:14-16, Ro. 8:35-37), para
que pueda responder a cada uno de los siete llamamientos del Espíritu Santo y poseer los galardones que Dios preparó para los vencedores (He. 10:34-39).

4.- La cuarta enseñanza básica en esta visión panorámica, es la Doctrina de Bautismos; algunos se confunden cuando miran en el pasaje de la unidad, que habla de un bautismo (Ef. 4:3-6), sin embargo, no notan que en realidad habla de una tri-unidad, porque habla de un Espíritu, de un Señor y de un Dios y Padre nuestro, de hecho el bautismo en agua se debe realizar en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt. 28:19), porque uno de sus propósitos es representar los bautismos interiores que previamente ha experimentado el creyente; así que la doctrina de bautismos de Hebreos 6, no contradice lo aseverado en Efesios 4, sino que lo explica y muestra cómo es que abarca todo nuestro ser, que siendo a la imagen del Dios trino, tiene tres áreas o esferas de relación: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23):

  • Nuestro cuerpo está en relación con el mundo material.
  • Nuestra alma está en relación con nuestros semejantes y el mundo personal.
  • Nuestro espíritu está en relación con el reino de Dios que es espiritual.

La palabra baptism significa en griego sumergir, para poder diferenciar los bautismos a los que la Biblia se refiere, se requieren identificar tres cosas: Quién bautiza, a quién se bautiza y en qué se bautiza. Así que Dios tiene un bautismo para cada área de nuestro ser:

El espíritu de la persona es bautizado en Cristo por el Espíritu Santo, en el momento de nacer de nuevo y por lo tanto su espíritu es regenerado (1 Co. 12:13), el elemento bautismal es Cristo, su Nombre o naturaleza, el Espíritu de Cristo, por eso el espíritu del creyente se hace uno con el de Él (1 Co. 6:17), es decir, el que ha sido bautizado en Cristo, de Cristo está revestido
(Gál. 3:27), en ese momento es hecho hijo de Dios, porque es sumergido en el lavacro de la regeneración espiritual (Tit. 3:5); lo que también significa que ha nacido del Espíritu (Jn 3:6-8). Es por eso que podemos afirmar que todo aquel que no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él (Ro. 8:9-10).

Al ser salvo, el alma del nuevo creyente está apta para recibir el segundo bautismo que Cristo preparó para sus discípulos (Jn. 14:17, 1:32-34), en esta segunda experiencia, el que bautiza es Cristo, a quien bautiza es la hijo de Dios, al nuevo creyente, y el elemento bautismal es el Espíritu Santo, en el que es sumergido y lo llena, dotándolo del poder necesario para emprender su nueva vida en la voluntad de Dios (Lc. 11:13, Hch. 1:5, 8, Lc. 24:49).

El cristiano debe iniciar ahora su camino de obediencia voluntaria o discipulado, es por eso que debe solicitar ser bautizado en agua, para testificar que su vida cambió al nacer de nuevo y quiere seguir a su Señor (Mt. 28:19), entonces el ministro, como representante de Dios, es quien lo sumergirá en el agua, simbolizando con ello lo que pasó cuando fue salvo y también prefigurando cuando fue lleno del Espíritu Santo, además, con ello también da testimonio que tiene la esperanza viva que su cuerpo resucitará y que todo su ser: espíritu, alma y cuerpo, irán a la presencia de Dios en aquel día (1 Ts. 4:14-18, 5:23, Ro. 8:23-25).


Cuando tenemos clara la doctrina de bautismos, tenemos las bases para comprender la doctrina de las Verdades del Calvario, porque del sacrificio de nuestro Redentor, vienen todas las bendiciones de Dios. Cristo hizo en la cruz la perfecta provisión para todo nuestro ser, mediante un séptuple pacto; sus diferentes sufrimientos proveyeron abundantemente a nuestro espíritu, alma y cuerpo, todo lo necesario para que estemos cumplidos en Él (1 P. 1:11, Col. 2:10).

5.- Imposición de manos es la quinta doctrina elemental, cada creyente recibió la potestad de ser hecho hijo de Dios (Jn. 1:12). En primer lugar, nuestras manos deben ser instrumentos de justicia, presentados a Dios mediante nuestro culto: Alzándolas y palmeando, para presentar nuestra alma a Él (Sal. 47:1, 63:4, 141:2, 143:6). En la medida que cumplimos nuestro sacerdocio neotestamentario, recibimos la gracia de Dios que después podremos dar al bendecir al pueblo de Dios. Nuestras manos son así instrumentos de bendición, como Padres, como creyentes y como ministros, estamos dotados de poder con el propósito de que podamos cumplir la voluntad de Dios (Mr. 16:17).

Cuando uno conoce este rudimento, podrá comprender que hay una doctrina sólida de Verdades de Dominio, que no sólo nos enseña cuales son los siete recursos que Dios puso a nuestra disposición, sino además, los siete reinos sobre los cuales podemos ejercerlos.


6.- La siguiente enseñanza básica es la Resurrección de los Muertos, sabemos que todos los hombres, salvos y perdidos, van a resucitar, pero no al mismo tiempo (Jn. 5:28-29); ni siquiera todos los cristianos van a participar juntos de la resurrección, sino que hay algunos que van a resucitar primero que el resto de los creyentes (1 Ts. 4:15 a 5:11, 1 Co. 15:22-24).


Comprender el porqué de estos diferentes eventos, es capital para que un creyente pueda ir adelante, para conocer las Verdades de la Salvación, que muestran el propósito pleno o completo de la gracia de Dios para el hombre (2 Co 1:10), que fue creado a su imagen, que está siendo transformado a su semejanza, y que un día será revestido de incorrupción, ya sea por la resurrección, o bien porque esté aún vivo cuando Cristo venga por la gloriosa iglesia que será su Esposa.


7.- Juicio Eterno es la séptima doctrina del comienzo, es necesario conocer que hay 12 juicios principales en la Biblia, distinguir sus diferencias en tiempo, lugar, juez, juzgado, objeto del juicio y sentencia, nos permitirá dividir correctamente las edades o etapas de relación entre la humanidad y Dios.

Las Verdades Dispensacionales nos ubican en el tiempo de Dios (Ap. 1:19); Dios es el mismo, su plan es desde el origen, mas las etapas de trato con el hombre son diferentes (He. 1:1-2), conocerlas es capital para no aplicar enseñanzas que no corresponden a la dispensación en que vivimos (1 Ts. 5:1, Hch. 3:21).

La doctrina «leche» del Juicio Eterno, es la base para comprender cómo la historia del hombre, en sus diferentes tratos con
Dios, está dividida en 4 teocracias que abarcan a su vez siete pactos. Muchas cosas cambiaron en cada dispensación, conocer
las diferencias y su significado es necesario para no incurrir en errores doctrinales importantes o herejías. Por ejemplo, hay
diferencias entre el sacerdocio de la iglesia y el sacerdocio Levítico; en nuestra era la Salvación es por gracia, y en la
dispensación anterior era por las obras de la ley; en esta era no es necesaria la circuncisión, mientras que en la anterior sí;
guardar el sábado fue requisito de la ley, mas para la iglesia lo es el día de la resurrección de Cristo; ahora el Espíritu Santo
puede ser derramado sobre todos los creyentes, antes era sólo privilegio de los sacerdotes, profetas y reyes, etc.

ESQUEMA 2: SIETE VERDADES CLAVE, “CARNE” O DOCTRINA SÓLIDA.

En una manera panorámica, hemos bosquejado las siete doctrinas elementales que todo cristiano debe conocer para crecer en salud, dejar de ser un niño fluctuante y asimilar las verdades más profundas de la Escritura; sabemos bien que Dios se propuso que la iglesia alcance la estatura del varón perfecto, la medida de la edad de la plenitud de Cristo (Ef. 4:11-15).


Las doctrinas sólidas son verdaderas llaves que abren las puertas de la revelación divina, que están estructuradas en forma perfecta y que al conocerlas, se podrá saber que tema trata cualquier pasaje de la Biblia que se lea; porque no serán verdades sueltas o aisladas, sino verdades perfectamente hilvanadas. El siguiente esquema nos permite visualizar en forma ordenada la relación de las doctrinas básicas con las Verdades Clave y cómo es que nos relacionan con la voluntad de Dios, agradable y perfecta; además es posible enriquecer este conocimiento, si además las relacionamos con las siete relaciones básicas que todo cristiano debe establecer correctamente en su desarrollo cristiano para entrar en la predestinación o voluntad específica de Dios para él.

ESQUEMA 3: RELACIÓN DE LAS DOCTRINAS “LECHE” Y LAS VERDADES CLAVE.

VERDADES DISPENSACIONALES NOS MUESTRAN LA SUPREMACÍA O PREEMINENCIA DE LA VOLUNTAD DE DIOS

ESQUEMA GENERAL DE LA SANA DOCTRINA