7 VERDADES LECHE III

FE EN DIOS

Por Ricardo Vivas Arroyo

FE EN DIOS es la tercera de las siete doctrinas básicas listadas en Hebreos 6:1-2, que como parte de los rudimentos del Evangelio, son la base o “doctrinas leche” que preceden a las doctrinas “vianda sólida” que Pablo trata en sus epístolas, que nos pueden llevar adelante hacia la perfección que Dios planeó para la Iglesia y cada creyente.

ETIMOLOGÍA

En hebreo existen dos palabras que se traducen en el Antiguo Testamento como fe:


`âman (he): Aceptación racional de que el testimonio que alguien da es verdadero (En qué creer). Esta palabra también se aplica a fidelidad (Hab. 2:4, Gn. 15:6, Pr. 13:17, 11:13, Sal. 19:7).

Châsâh (he): Confianza o certeza de que alguien es veraz (En quién creer). (2 Sm. 22:3, Sal. 18:2, 31:19, 57:1).


En griego también existen dos palabras que se traducen como fe, que corresponden en significado a las
palabras hebreas:

Êlpis (gr): Seguridad de que se disfrutará lo creído antes de verlo (En qué creer). (He. 10:23, Ro.15:4). (La mayoría de las veces se traduce como esperanza).

Pistis (gr): Convicción moral, confianza plena, estar persuadido de que alguien es veraz (En quién creer). (Mt. 15:28, Mr. 11:22, Ro. 1:5, He. 6:12, 1 Ti. 6:12, 1 Co. 2:5).


Es importante también identificar en manera conceptual, que hay tres niveles de fe que operan en el ser humano, es posible que se confundan y que alguien crea que lo importante es tener fe, no importa de que tipo. El hombre está formado por espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23), y como creyentes que hemos renacido espiritualmente, debemos evitar el movernos en el ámbito natural dependiendo sólo del alma y sus capacidades, para movernos en el espíritu, donde opera la nueva criatura (Jn. 3:6-8):

  • Fe espiritual: Es aquella que el hombre no puede generar por sí mismo, porque viene de Dios y le es dada en su espíritu para relacionarse con Él, es viva y libera el poder de Dios. Por lo tanto sólo opera en quien ha renacido espiritualmente (Ef. 2:8, 4:5, 2 Co. 5:7).
  • Fe mental: De acuerdo a la definición de fe, como la aceptación racional de que algo o alguien es veraz, todos tenemos esta clase de fe. Es la fe natural necesaria para la vida natural, está basada en la lógica y se apoya en los sentidos naturales; es por ella que todos inician cosas nuevas, corren riesgos y enfrentan dificultades cada día, aunque es precisamente por ello que a veces sufre decepción (Sal. 31:6, Jon.2:8, Jr. 13:10). Como un ejemplo, puedo mencionar que muchas personas se suben a un avión, porque los han visto volar, aunque no saben el principio que los sostiene en el aire, ejercen su fe natural. Esta fe nos hace confiar en personas a quienes llamamos amigos, aunque a veces puedan defraudar nuestra confianza. Muchos cristianos pueden estar operando en este nivel pretendiendo con ello obtener cosas espirituales, y es por eso que se sienten defraudados o declaran que su fe no les alcanza.
  • Fe supersticiosa. Es aquella que está basada en lo desconocido, ignorante, mágica y diabólica, que generalmente se apoya en cosas visibles y tangibles como amuletos, fetiches o ídolos. Esta fe se abre a la hechicería y pone a la gente bajo servidumbre, llena de temores, opresiones y hasta posesión por espíritus inmundos (Lv. 26:1, Sal. 97:7, 115:4-8). Por ejemplo, hay cristianos que ignorando la fe espiritual y los principios de la Palabra de Dios, tienden a depender de los símbolos de cosas espirituales, atribuyendo poder al agua del bautismo, al aceite para ungir a los enfermos, o al pan y al vino de la Cena del Señor. Hay quienes explotan esta tendencia del hombre a depositar su confianza en objetos materiales, que ofrecen orar por un vaso de agua para que al tomarla el enfermo sane, te venden una rosa sagrada para buenas vibras en casa, o presentan un manto sagrado que se llevó al monte Sinaí para recibir su poder milagroso. Es por la misma razón que algunos utilizan patas de conejo, escapularios, dientes de tigre, pirámides, medallas o estampas, que utilizan como “amuletos poderosos”, que no hacen otra cosa que cebar a los crédulos y atraparlos en las redes de los engaños de Satanás.

LA FE ESPIRITUAL

Es divina y nos es dada por Dios para movernos con seguridad en el ámbito espiritual, cuando nuestro espíritu ha sido regenerado mediante el nuevo nacimiento. Conociendo la estructura de las siete relaciones básicas, podemos tener mayor compresión de sus propósitos.

1.- Nos fue dada por Dios mediante el mensaje del Evangelio (Jn. 20:31, Ro. 10:14-17, 1 Ts. 2:13, 1 Co. 3:5). POR Y PARA UNA CORRECTA RELACIÓN CON LA PALABRA DE DIOS.
2.- Nos fue dada por Dios para Salvación (Ef. 2:8-9, Hch. 14:27, 1 Jn. 5:4-5). PARA UNA CORRECTA RELACIÓN CON EL MUNDO (separación y testimonio).
3.- Nos fue dada por Dios para poder obedecerle (Ro. 5:1, He. 11:8). PARA UNA CORRECTA RELACIÓN CON LA AUTORIDAD.
4.- Nos fue dada para garantizar la victoria en todas las pruebas y dificultades que hay que atravesar para crecer espiritualmente (Jd. 3, Fil. 1:28-30). PARA UNA CORRECTA RELACIÓN CON LOS TRATOS
PERSONALES DE DIOS.
5.- Nos fue dada mediante la resurrección de Cristo y para liberar el poder de la resurrección (Hch. 17:31,Hch. 3:15-16, He. 12:2, 2 Co. 1:9-10). PARA UNA CORRECTA RELACIÓN CON EL PLAN DE DIOS.
6.- Nos fue dada para agradar a Dios (He. 11:6, Ro. 14: 22-23, Mr. 11:22-24). PARA UNA CORRECTA RELACIÓN CON DIOS MISMO.
7.- Es auténticamente la fe que operó en Cristo, su fe operando ahora en el creyente (Ro. 3:22, 26, Ef. 3:12, 6:23, Stg. 2:1. Estas citas se entienden mejor en la V1909). PARA UNA CORRECTA RELACIÓN CON LA GLORIA DE DIOS.

EFECTOS DE LA FE EN EL ALMA

Siendo el hombre un ser trino, con espíritu, alma y cuerpo (Is. 57:16, 1 Ts. 5:23), y siendo el alma el centro de su personalidad, con mente, sentimientos y voluntad (Pr. 23:7, Sal. 38:9, Gn. 34:3, Ex. 4:14, 1 Cr. 29:9). Es la parte de nuestro ser susceptible de ser transformada a la semejanza de Cristo (Ro. 8:29), por lo tanto la fe de Dios es un canal que desde nuestro espíritu influirá en ella para madurarla o volverla menos carnal y más espiritual.

Afecta la mente. Nos fue dada para entender las verdades espirituales que son locura a la mente natural (1 Co. 2:14, He. 11:3). La sabiduría de Dios se recibe por la fe en su Palabra (2 Ti. 3:15, 2 Co. 3:14-16, 2 Co. 4:3-6, 13). La fe nos permite entender las verdades espirituales, lo espiritual se vuelve lo más lógico, se vuelve obvio para el creyente, porque mediante la fe es que tenemos la mente de Cristo (1 Co. 2:14-16). Nuestra inteligencia se vuelve espiritual a medida que va comprendiendo las verdades espirituales
(Col. 1:9-11).

Afecta las emociones. La fe abre el corazón y cambia la actitud, llenándolo de gozo y de una perfecta paz (Ro. 15:13, Hch. 8:5-8, 16:14-15, 34, 1 P. 1:8). Es por eso que el lenguaje de la fe es la alabanza que nace del corazón que confía plenamente en Dios y lo expresa emotivamente (Sal. 106:12, Sal. 98:4-6, Sal 126).

Afecta la voluntad. La gente se convierte cuando verdaderamente cree, es decir, decide volverse al camino de Dios abandonando sus veredas torcidas, obedece a la fe (Hch. 6:7, 8:35-39, 11:20-21, Jn. 17:17, Stg. 2:17-24).

LA FE VERDADERA DEPENDE SÓLO DE DIOS

Es perder la confianza en uno mismo para ponerla sólo en Dios. Siempre se da el conflicto entre nuestra capacidad y la gracia, pero es muy claro en el Nuevo Testamento que por nuestras obras buenas no podemos conseguir nada de Dios, y que sólo mediante la fe se puede liberar la gracia de Dios (Ro. 4:16,10:3-4, Gá. 2:16, 3:22-26, Hch. 13:38-39). Ese es el valor de negarse a uno mismo y tomar nuestra cruz para poder seguirle en fe.

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DIMENSIONES DE LA FE

Así como el amor tiene cuatro dimensiones: Ancho, largo, profundo y alto (Ef. 3:18-19), la fe también tiene cuatro dimensiones para extenderse hasta la plenitud que Dios tiene para cada creyente. Es importante distinguir en la Biblia estas diferentes clases de fe, para fluir con libertad en el reino espiritual y así cumplir los propósitos de Dios.

RELACIÓN DE LA FE CON EL AMOR

Las cuatro dimensiones del amor nos permiten ser llenos de la plenitud de Dios, y es importante comprender lo que significan:

LA ANCHURA DEL AMOR DE DIOS se refiere a extenderse hacia los lados, abarcándolo todo, tiene que ver con mostrar el amor de Dios al mundo para que más y más los hombres vengan a la Salvación, hasta que todos los ordenados para vida eterna disfruten de ese amor que perdona y restaura (Hch. 2:47, 13:48).

LA LONGURA DEL AMOR DE DIOS tiene que ver con el recorrer todo el camino hasta alcanzar la meta, tiene que ver con la fidelidad, con la perseverancia que va a llevar al creyente de la mano, desde la niñez hasta la madurez, disfrutando del amor del Padre y poseyendo lo que el Padre le ha dejado a medida que avanza (He. 10:35-39).

LA PROFUNDIDAD DEL AMOR DE DIOS tiene que ver con los detalles, con las cosas profundas de Dios que nos son reveladas por el Espíritu para que el amor se haga parte de cada hijo de Dios y se parezca cada vez más al modelo perfecto que es Cristo en nuestro espíritu (1 Co. 2:9-10, 2 Co. 3:18, Ro.8:29).

LA ALTURA DEL AMOR DE DIOS tiene que ver con el futuro glorioso que nos espera, que disfrutarán todos aquellos que aman su venida y por lo tanto tienen la mira en las cosas de arriba y no en las de la tierra (2 Ti. 4:8, Col. 3:1-4).

Entendiendo estas cuatro dimensiones espirituales, veremos que cada clase de fe va a desarrollarse hacia Dios y en Cristo (Mr. 11:22, Jn. 14:1), obrando la fe por el amor en esas cuatro direcciones (Gá. 5:6).

FE CREATIVA. Esta clase de fe es un don del Espíritu Santo que nos fue dada para entrar a la Salvación (Ef. 2:8). Todos requerimos de este don para venir a Cristo y nos fue dado mediante el oír la Palabra del evangelio de Dios (Ro. 10:17, Gá. 3:2, 5).

Pero además el Espíritu Santo da una medida de fe diferente a cada uno de los hijos de Dios, como herramienta específica para cumplir su llamado particular (Ro. 12:3, 6). Es decir, hay un don de fe, dentro de los nueve dones del Espíritu Santo, que Él reparte entre los miembros de una iglesia local como cuerpo de Cristo (1 Co. 12:9), y que cumple propósitos específicos de ejercer autoridad espiritual dentro de su voluntad creativa (Hch. 3:16, 4:10, 8:6-8, 14:9-10, 19:11-12). Esta clase de fe nos es dada para extendernos a lo ancho del amor de Dios, ganando almas para Cristo, para que sean ganados todos aquellos que han de ser salvos.

FE DOCTRINAL. Esta es la fe fundamento, que junto con la esperanza y el amor, nos establece en Cristo Jesús (1 Co. 13:13). Se desarrolla mediante el conocimiento y la aplicación de la Palabra de Dios (Jn. 17:20, Hch. 6:7, 24:14, Mr. 1:15, Fil. 1:27, Col. 2:7, 1 Ts. 2:13).

Es también la fe escudo, que con los principios de su Palabra, permite apagar los dardos de fuego del maligno, que son pensamientos naturales y egocéntricos que buscan su propio confort y no aceptan tener que enfrentar dificultades (Ef. 6:16). El Señor Jesús venció toda tentación del diablo con aplicar en su propia vida los principios de la Palabra de Dios (Mt. 4:3-11). Por ejemplo, cuando respondió al diablo que estaba escrito que no tentaría al Señor su Dios, no se refería a que el diablo no lo tentara, sino a que él no
accedería a las sugerencias del diablo, precisamente porque sería poner a prueba a Dios.

La longura del amor de Dios requiere de perseverancia, es el camino de fe que se camina paso a paso en el que se va avanzando en la medida que se heredan las promesas de Dios y se obtiene la gran remuneración de galardón que requiere de paciencia y confianza para hacer la voluntad de Dios y obtener la promesa (He. 6:12, 10:35-39).

FE PERSEVERANTE. Es la fe fruto del Espíritu, la que denota madurez de carácter (Gá. 5:22, Fil.1:29). Esta fe se forma mientras se sufre en las pruebas y obra la madurez espiritual del creyente, que le permite a Cristo vivir en él, como con Job, con José, con David, con Pablo y demás hombres de Dios (Gá.2:20).

Confesar es decir lo mismo que Dios dice, aunque todo lo demás lo contradiga, y mantenerse firme sin fluctuar, porque fiel es el que prometió (He. 10:22-23). Mientras que la fe doctrinal nos relaciona con la Palabra de Dios como un conocimiento espiritual verdadero, la fe perseverante, nos relaciona con Dios y sus propósitos específicos para cada creyente, madurándolo para hacerlo cada vez más como Cristo, porque Él es fiel (1 P. 1:6-9, Ro. 8:28-30).

La profundidad del amor de Dios es esa madurez en la que Cristo ya vive a través del creyente y su carácter se manifiesta en él y el fruto como manifestación de su naturaleza lo lleva a ser un canal limpio donde puede su gracia fluir libremente. Es la vida en el Espíritu, el andar en el Espíritu y servir en el Espíritu a Dios.

FE CONSCIENTE DE DIOS. Es la fe sentido del espíritu regenerado, que viene con el nuevo nacimiento, es la vista espiritual que ve las cosas como Dios la ve, las espirituales por sobre las naturales, las celestiales, las eternas por sobre las temporales (2 Co. 4:18, 5:6-9, He. 11:1, 13-16, Col. 3:1-4).

Dios desarrolla este sentido del espíritu para que nos movamos hacia la cita, al encuentro de Cristo que viene pronto, mirando las cosas eternas por sobre las naturales, para no atar nuestro corazón a la tierra sino mantener viva la fe que Él espera encontrar a su retorno (Lc. 18:8).

Cuatro clases de fe para extendernos en el amor en estas cuatro direcciones y cumplir así los cuatro propósitos que nos lleven a disfrutar toda la plenitud de Dios.


Estas cuatro clases de fe nos permitirán a su vez experimentar las cuatro glorias de Dios, al caminar en las cuatro voluntades de Dios, para disfrutar de las cuatro gracias de Dios, es decir, de Cristo en plenitud, extendiendo las cuatro fronteras, de lo que Dios hace, lo que Dios tiene, lo que Dios es en el creyente y de lo que Dios es con el creyente, como dice Ro. 11:36:

Rom 11:36 Porque de él, y por él, y en él, son todas las cosas. A él sea gloria por siglos. Amén.

  • Todo lo que es por Él, se refiere a lo que Él hace, a sus obras maravillosas que nosotros también podremos hacer en su Nombre, si tan sólo obedecemos su encomienda de compartir el evangelio con todos (Jn. 14:12-14, Mr. 16:16-18). Para ejercer la fe creativa nos fue dado el Nombre de Jesucristo, para disfrutar de lo que Él hace por medio del creyente que comparte el evangelio (Mr. 16:17-18).
  • Lo que es de Él, es decir, todo lo que Él tiene, es puesto a nuestro alcance por medio de la fe en su Palabra, de modo que transitemos por el camino de la fe, donde la justicia de Dios se va descubriendo a cada paso y se va heredando (Ro. 1:17, Gá. 3:29). La fe doctrinal es la que hereda lo que Dios tiene para su pueblo, obrando junto con la paciencia hasta ver cumplidas las promesas de Dios (He. 6:12, 2 Co. 4:13, Ro. 4:20-21).
  • En Él son todas las cosas, se refiere a lo que Él es en nosotros y nosotros en Él, cuando le rendimos nuestra voluntad y le permitimos vivir y manifestarse en nosotros, en la fe del Hijo de 6 Dios (2 Co. 1:19, Col. 2:6, 10, 1 Jn. 2:6). La fe perseverante es la fe que se sostiene bajo presión, la fidelidad que no se desanima, porque permite al mismo Señor Jesús mostrar lo que Él es en nosotros (2 Co. 4:13, Sal. 116:10).
  • A Él sea la gloria, nos habla de resultados que muestran su gloria y convergen en Él, que se refiere a su persona y a estar en su presencia, es decir, disfrutar de lo que Él es con nosotros desde ahora en una fe consciente de Dios, y cuando Él venga (1 P. 1:13, Col. 3:4, 1 Ti. 6:12).

LA FE CREATIVA opera en la voluntad creativa de Dios, la que nos permite experimentar la gloria de su Nombre, en especial cuando evangelizamos. El don de fe nos permite ejercer la autoridad que libera a los oprimidos del diablo al expulsar a los demonios en su Nombre (Mr. 16:17); también nos permite ejercer dominio sobre las cosas, aún inanimadas, como un monte, o el viento o una higuera (Mt. 21:21, Mr. 4:39); o caminar sobre el agua, o viajar en el espíritu (Mr. 6:46-50, Mt. 4:1, Hch. 8:39). Mediante la fe creativa puedes disfrutar de todo lo que Dios hace.

LA FE DOCTRINAL pone en acción la voluntad justa o moral de Dios, permitiéndonos experimentar la gloria de su Palabra, en la medida que heredamos sus promesas y comprobamos que sus principios funcionan, cuando los obedecemos, los aplicamos y esperamos su cumplimiento fiel. En qué creemos se hace carne, se hace parte de nuestra nueva naturaleza (Stg. 1:21-23, 2 Co. 3:3, Lc. 11:28). Mediante la fe doctrinal poseerás todo lo que Dios tiene.

LA FE PERSEVERANTE nos permite conocer la voluntad específica de Dios para cada uno. Tu llamado personal, el equipo específico para que entres en él; tus tratos personales, son la manifestación de su voluntad específica para ti y te llevará a experimentar la gloria de su vida, es decir, ésta fe te permitirá que Él viva y se manifieste a través de ti (Gá. 2:20, 2 Co. 4:10-11, Col. 1:29). Mediante la fe perseverante podrás disfrutar de todo lo que Dios es en ti.

LA FE CONSCIENTE DE DIOS nos relaciona con la voluntad final de Dios, es decir, con el pleno cumplimiento de lo que Él se propuso desde el principio. Esta vista espiritual nos permite caminar en la gloria de su presencia, como el pueblo de Israel en el desierto caminaba bajo la nube. Andar en el Espíritu es más que sólo vivir en el espíritu, es estar consciente en todo momento que Dios está contigo, impuesto en todos tus caminos (Mt. 28:20, Gá. 5:25, Sal. 44:3, Sal. 89:15, Sal. 139:3, Hch. 23:1, 2 Co.4:2). La fe consciente de Dios nos lleva a la experiencia de lo que Dios es contigo.

La fe espiritual es una, fluye en cuatro dimensiones gloriosas para que las gracias de Dios fluyan incontenibles en nuestro ser y podamos entender, poseer, andar y cumplir en todas las cosas que conforman la agradable y perfecta voluntad de Dios.

LA FE Y LAS AFLICCIONES

El apóstol Pedro nos declara que el Dios de toda gracia obre cuatro cosas en cada creyente que está siendo probado, porque es necesario y debe acontecer a todos los cristianos (1 P. 5:8-10), a quien Dios le pide resistir los embates firme en la fe:

  • Que Dios lo perfeccione (en Gr. Katartizo, se refiere a que se encuentre terminado), es decir, que la obra de Dios en el creyente se concluya porque no falte nada por hacer.
  • Que Dios lo confirme (En Gr. Zterizo, que significa lo establezca o fundamente sobre una base sólida), esto tiene relación con los principios de la Palabra que sustentan la vida del creyente y la vuelven estable, firme, inamovible.
  • Que Dios lo corrobore (en Gr. Stenoô, que significa aumentar la fuerza, o aportar mayor poder), lo cual tiene relación con la impartición de la vida de Cristo que obra en el interior del creyente.
  • Que Dios lo establezca (en Gr. Themelioô, que significa poner derecho y firme o consolidar algo), que tiene que ver con el andar delante de Dios y dependiendo enteramente de Él.

Es muy claro que estas cuatro cosas tienen que ver con las cuatro clases de fe y las cuatro dimensiones del amor, las cuatro voluntades de Dios y las cuatro fronteras que debemos extender para ser llenos de la plenitud de Dios. ¡Aleluya!

LA FE Y LA PALABRA DE DIOS

En griego hay cuatro palabras que se traducen como palabra, y como veremos, se relacionan con la fe en sus cuatro dimensiones:

RHEMA se refiere a una palabra específica de acción inmediata (Mt. 4:4). Aparece 73 veces en el Nuevo Testamento. La fe creativa nos fue dada precisamente para que Dios obre en el acto su Palabra y se cumpla en quien la escucha y la cree.

LOGOS significa tratado o compendio, termino aplicado a toda la Biblia como la Palabra de Dios (Col.1:5). Cuando Pedro predicó el día de Pentecostés, y les dijo: oíd mis palabras usó “rhema” (Hch 2:14), porque se refirió a lo dicho por el profeta Joel, que se estaba cumpliendo en ese momento; pero más adelante les explica sobre quién es el Señor Jesús y les dice (verso 22): oíd estas palabras, donde usó “logos”, porque iba a tratar sobre lo que la Biblia dice del Señor. Aparece 325 veces en el Nuevo
Testamento. La fe doctrinal es aplicada para comprender las verdades del Evangelio y establecernos en ellas sólidamente.

El inicio del evangelio de Juan, que traduce “Verbo” cuando se refiere a Cristo, la palabra griega es Logos, por lo que se puede traducir literalmente: “En el principio era la Palabra, la Palabra era con Dios y la Palabra era Dios”, refiriéndose a que toda la Palabra de Dios es un tratado de Cristo, quien es la Palabra y es Dios revelado en ella.

ÈMPHÜTÖS se refiere a la palabra cuando ha sido asimilada, aceptada o implantada en alguien (Stg.1:21). Es la Palabra cobrando vida en el creyente que la pone por obra. Aparece 1 sola vez en el N. T. La fe perseverante es desarrollada en el creyente para que la Palabra de Dios se haga carne en el creyente y la vida de Cristo fluya en él, es decir, lo transforme a su semejanza.

APAGELLÔ que significa palabra cumplida, también se traduce como mensaje o reporte de algo que pasó (Mt. 2:8, 28:8). Aparece 48 veces en el N. T. La fe consciente de Dios, es la vista del espíritu regenerado, que le permitirá al creyente ver la Palabra de Dios cumplida junto con el propósito para lo cual fue dada, aun antes de que se manifieste físicamente, y con ello disfrutará el saber que Dios está presente.

LA FE EN EL LIBRO DE LOS HEBREOS

  • Los capítulos 3 y 4 nos presentan la fe creativa como el don de fe. (He 3:19, 4:2-3, 12, 16).
  • Los capítulos 5 y 6 nos explican sobre la fe doctrinal como la fe fundamento. (He. 5:13, 6:1, 11-12, 17).
  • El capítulo 10 trata sobre la fe perseverante como el fruto del Espíritu en el creyente. (He. 10:22-23).
  • El capítulo 11 nos presenta la fe consciente de Dios como el sentido del espíritu regenerado o visión espiritual. (He. 11:1-6).

DESARROLLANDO LA FE CREATIVA

La fe creativa, que es en su fase inicial la fe que nos trajo a la Salvación, es también uno de los nueve dones espirituales, repartido entre los creyentes según el Espíritu Santo quiere. Los nueve dones deben operar en cada iglesia local, para que funcione como el cuerpo de Cristo y todos los miembros se interesen los unos por los otros (1 Co. 12:9, 11), de modo que no todos tienen este don de fe.

Aunque es un don, requiere ser ejercitado para ser desarrollado y alcance su plenitud, por lo que todos aquellos que tienen el don de fe, deben saber que hay un modelo o patrón en la Biblia que Dios sigue para lograr ese desarrollo, que podemos estudiar en la vida del profeta Elías. Es importante que todo creyente conozca este modelo para que pueda identificar la obra de Dios en su propia vida para el operar en la medida de fe que Dios le dio.

1.- La fe creativa requiere de una palabra Rhema para operar. Elías pudo hablar al rey Acab la palabra que Dios le había dado sobre que no llovería sino por su palabra, que la diría cuando Dios se lo ordenara (1 Ry 17:1). La fe creativa convierte al creyente en boca de Dios, es una palabra que dará inicio a cosas nuevas y específicas para esa ocasión (Is. 55:11).

Cristo, nuestro modelo perfecto en todo, siempre esperó en su Padre y cuando habló, siempre fue su Padre quien habló y respaldó las palabras de fe con sus obras sobrenaturales (Jn. 14:10-11, 24, 12:47-50).

2.- Cuando se ha hablado una palabra de fe creativa, hay que aprender a depender totalmente del dicho de Dios, confiando que Dios obrará lo que hablamos en su Nombre, no hay que ayudar a Dios, no hay que forzar las cosas para que la palabra se cumpla. Que no lloviera afectaría a todos y también en lo natural a él, así que tenía que depender de Dios para no ser afectado, quien le proveyó sobrenaturalmente su alimento mediante cuervos, y su agua en forma natural hasta que el arroyo de Cerit se secó (1 Ry. 17:2-7). El reposo de fe es necesario, nos enseña a depender de Dios por entero. Elías aprendió que Dios puede suplir milagrosamente y esperó cada día su sustento.

El pueblo de Israel tuvo que recibir la disciplina de la demora para aprender a depender de Dios (Dt. 8:2-4), sin embargo cada día vieron la provisión de Dios por 40 años (Ex. 16:4). Cristo también estuvo en el desierto por cuarenta días de ayuno en el que fue tentado del diablo en su hambre, pero fue el tiempo en que aprendió a depender de la Palabra recibida de Dios (Mt. 4:1-4).

3.- Para desarrollar la fe creativa es necesario cultivar la humildad. Es más fácil recibir de cuervos que de otras personas, sobre todo si se trata de una viuda pobre, pero eso era lo que debía hacer el profeta, obedecer en humildad la palabra dada por Dios e ir a Sarepta y pedirle a una viuda sin recursos, que ni era israelita sino de Sidón, que primero le diera a él de comer y luego comería ella y su hijo (1 Ry. 17:8-16). Ella tenía el corazón preparado por Dios para sustentar al profeta y él no tenía que cuestionar lo
dicho por Dios sino actuar en fe con sumisión (Lc. 4:25-26). La humildad precede a la gracia de Dios que es la provisión para que los propósitos de Dios se cumplan (Stg. 4:6-7).

El ministerio poderoso de Cristo fue sustentado materialmente por mujeres (Lc. 8:3). Cristo apreció lo que una viuda pobre echó en la caja de las ofrendas, más que lo mucho que echaban los ricos de lo que les sobraba (Mr. 12:41-44), así que la humildad coopera con la voluntad de Dios porque libera la gracia.

4.- La fidelidad es fe que se mantiene bajo la presión de la adversidad. Para desarrollar la fe creativa, el profeta fue aún más probado en medio de la ya difícil prueba, algunos dirían que le estaba lloviendo sobre mojado cuando el hijo de la viuda murió, pero el profeta no se rajó, se encerró a orar con el cuerpo del niño y Dios le oyó y resucitó. Fue puesto en esa situación para que desarrollara más y se ejercitara su fe creativa (1 Ry. 17-17-24). El que opera en el don de fe debe ser fiel en decir lo que Dios dice, sin modificar el mensaje por la presión de las circunstancias o el dolor y no moverse.

Pablo experimentó esta presión de una respuesta de la misma muerte, pero era propiciado por Dios para desarrollar su fidelidad, al confiar en la fidelidad de Dios que resucita a los muertos, y no confiar en sí
mismo (2 Co. 1:9, 1 Ti. 1:12).

Nuestro Señor también experimentó la presión de las circunstancias hasta la misma muerte, y fue oído por su temor reverente y al soportar la presión aprendió la obediencia y pudo cumplir la voluntad de su Padre (He. 5:7-9).

5.- La fe debe ser por naturaleza radical para imperar sobre cualquier obstáculo, así que Dios va a desarrollar determinación. Después de tres años de no llover, Samaria se moría de hambre, las bestias de trabajo morían de hambre y sed. Acab el rey pensaba que Elías tenía la culpa, era un rey malo y cruel de corazón muy duro, pero el mandamiento de Dios al profeta era que fuera ante Acab y le diera instrucciones para que reuniera a los 450 profetas de Baal y los 400 profetas de los bosques, y se probara ante los ojos del pueblo quién era el verdadero Dios, si Baal o Jehová. El profeta manda el recado al rey:

“vive Jehová delante del cual estoy, que hoy me mostraré ante ti”. La fe creativa fue dada para enfrentar retos imposibles y confiar en la palabra dada por Dios, caminar con determinación en ella con la seguridad de que Dios la cumplirá. Estando ya en el monte Carmelo da instrucciones a los profetas para que pidan fuego a Baal, según Dios le dijo (1 Ry. 18:25-29, 36). Dios le dio dominio al no titubear y hacer puntualmente lo que Dios le mandó (2 Co. 2:17), este dominio espiritual impidió que el diablo respondiera a los profetas de Baal, porque estaba atado y su obra estaba siendo saqueada (2 Co. 10:4-5).

Cristo dijo que el dominio lo ejerce el más fuerte, algunos pretendían que su poder venía de Belcebú, pero él les aclaró que provenía del Espíritu Santo para saquear la casa del valiente, lo cual hizo con determinación (Mt. 12:27-29, Lc. 11:21-22).

6.- Hay tres aspectos a desarrollar en cuanto al conocimiento necesario para que la fe creativa opere:

6.a.- Conocimiento de Dios. Elías reúne al pueblo y restaura el altar de Dios, pone doce piedras en él conforme a la palabra de Jehová dada al pueblo de Israel, tal y como lo había recibido de Dios. El altar de Dios es para darle adoración, usando doce piedras o principios de fundamento, que nos muestran su confianza plena en el pacto que Dios hizo con su pueblo, recordando además que Dios le puso por nombre Israel o guerrero de Dios, que prefigura el nombre de la nueva criatura en Cristo (Gn. 32:28). El altar además fue edificado en el nombre de Jehová o de parte de Dios. El altar de Dios así restaurado nos habla del mismo corazón de Dios, figura del Calvario como la fuente de toda bendición. Elías tuvo una revelación de Dios mientras edificaba el altar, porque lo centró en Él mismo y sabía que tocaría su corazón solo mediante un sacrificio (Dn. 11:32, Ex. 20:24-26).

Ese es el secreto del creyente que conoce a Dios y sabe con toda certeza que todo lo va a recibir sólo mediante la ofrenda de Cristo (1 P. 2:5).

Nuestro Redentor sabía que para que el camino al Padre se abriera, era necesario un sacrificio perfecto, así que no ofrecería un toro, sino a sí mismo, para que nosotros fuéramos aceptos por medio del amado de
Dios (He. 9:12, 10:19-22, Ef. 1:6).

6.b.- Conocimiento de la gracia. El toro ofrecido sobre la leña del altar prefigura la ofrenda de Cristo en la cruz (1 Ry. 18:33-35), el agua sobre la ofrenda y llenando la reguera, prefigura la purificación del pueblo mediante su palabra (Jn. 15:3, Ef. 5:26), que fue derramada 3 veces con 4 cántaros cada vez, es decir, 12 cántaros para provisión de las doce tribus, cubriéndolas totalmente con la gracia de Dios. En forma natural la madera mojada no encendería, pero el profeta sabía que de ese modo no habría duda que Dios lo haría sobrenaturalmente, rebasando la imposibilidad, tal y como la gracia rebasa a la ley que condena al pecador (Ro. 5:20, 1 Ti. 1:14, 1 Co. 15:10).

El precio pagado es inconmensurable, pues la misma vida del Hijo de Dios fue entregada por nuestra Salvación, pero el pecador lo recibe en forma gratuita, de pura gracia. La gracia es Cristo dado por entero a nosotros, no hay mérito nuestro, sólo recibir por fe lo que para nosotros es imposible (Ro. 8:32, Ef. 2:8, Jn. 1:16-17).

6.c.- Conocimiento del celo de Dios. Dios hace descender su fuego del cielo, figura del Espíritu Santo, en respuesta a la oración obediente de Elías, que declara que todo lo hizo como Dios se lo mandó (1 Ry.18:36-40). El fuego consumió el holocausto y lamió las piedras mojadas y con ello el corazón del pueblo se volvió a Dios y lo adoró, convencido por el poder de Dios. El Espíritu Santo nos convence de pecado, de justicia y de juicio, para volvernos a Dios arrepentidos. El celo de Dios llevaría al profeta Elías a ejecutar a los 450 profetas de Baal por haber desviado el corazón de su pueblo en pos de dioses ajenos (Dt. 13:1-5). El propósito de la palabra de fe dada es que la gente se acerque a Dios y que sólo Él sea glorificado. Dios tiene celo y no desea compartir su gloria con nadie más (Stg. 4:5).

Cristo vino para ser boca de Dios y hablar palabras de fe que trajeran a todos a la Salvación, Él recibió la encomienda de glorificar a su Padre y no a esculturas (Is. 42:6-8), ese es su celo santo y6 debemos conocerlo para no usurpar su gloria.

7.- Finalmente, la fe creativa desarrolla cuando se aprende a reposar en fe, en cuatro maneras:

7.a.- Reposando en Dios velando. (1 Ry. 18:41-46), Elías da la palabra de fe al rey Acab que la lluvia ya viene, pero no se va a descansar esperando que las cosas pasen, sino que el reposo se dio cuando el se fue a orar con su rostro escondido entre sus piernas, figura de replegarse a su espíritu, para estar en contacto con Dios, intercediendo hasta que sucediera lo que había hablado de su parte. Por siete ocasiones manda a su criado para ver si ve alguna nube subir del mar, pero él no interrumpe su intercesión hasta cuando su criado le dice que ve una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, figura de dominio. De inmediato le dice que vaya al rey y le diga que unza su carro y descienda porque la lluvia no lo ataje y
pronto el cielo se oscurece y cae una gran lluvia conforme a su dicho (Stg. 5:17-18). Cuando Dios ha dado una instrucción y damos la palabra de fe, es necesario orar porque así suceda e interceder hasta que suceda (Mt. 6:6).

Daniel también aprendió a interceder por aquello que Dios había hablado por medio de Jeremías, sabiendo que obrará lo que habló cuando alguien se lo pide (Dn. 9:1-4, 18, 10:12). La oración eficaz es la que pide lo que Dios dijo que quiere hacer (1 Jn. 5:14-15). Esa es la manera de reposar velando.

Muchas veces Jesús reposó velando, cuando Lázaro murió no se quedó dos días a matar el tiempo, sino a orar, Él sabía que Lázaro iba a morir y a resucitar y así se los había declarado a sus discípulos (Jn. 5:17-21, Jn. 11:3-6, 14-15). Cuando llega frente a la tumba de su amigo, no pide sino da gracias a su Padre por haber sido escuchado, es por eso que entendemos lo que había estado haciendo esos dos días de espera, pidió en secreto y venía a ver la recompensa en público (Jn. 11:40-44).

7.b.- Reposando en silencio. (1 Ry. 19:1-14, 18), Por un momento el peligro que se cernió sobre él, lo hizo huir de Jezabel porque pensó en sí mismo y olvido lo que Dios le había mostrado, se desanimó hasta el punto de desear morirse, lo que demuestra lo frágil que es la carne, pero Dios le va a enseñar a reposar en quietud y tranquilidad total. Primero lo alimenta de modo que camine por 40 días para ir al monte Sinaí, él obedece y cuando llega al monte ve diferentes manifestaciones de fuerza: Un viento recio que
quebraba las rocas, después un terremoto, luego un fuego, pero Dios no estaba en esas figuras de su poder ((Jon. 1:4, Sal. 114:6-7, Mal. 3:2). Finalmente vino un silbo apacible y delicado y Elías pudo hablar con
Dios y descargar su corazón y recibir la paz de Dios que le devolvió el reposo de fe (Sal. 46:10), pues Dios le muestra que no era el único sino que Él se había reservado a otros siete mil fieles. Dios tiene un reposo de quietud serena en donde estar conscientes de Él y no de las circunstancias adversas y peligros que parecen querer destruirnos.

En la barca Jesús reposó en silencio, mientras los experimentados pescadores temían por sus vidas (Mr.4:37-41), es despertado por sus asustados discípulos y se levanta, da la palabra de fe a los elementos
inanimados y estos le obedecen cesando la tormenta, luego les recrimina su poca fe.

Cuando fue llevado preso ante Herodes, era tiempo de reposar en silencio y no perder su paz bajo la presión de las circunstancias, mientras el rey quería ver un espectáculo, presionando a Cristo para que pensara en sí mismo y le concediera su deseo para así salvar su vida, pero el reposó en silencio y perseveró en el propósito encomendado por su Padre (Lc. 23:7-11).

7.c- Reposando sirviendo. (1 Ry. 19:15-21), Después del silbo apacible que le devuelve el reposo, Dios manda a Elías a ungir a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel y a Eliseo para que lo suceda como profeta. Esta clase de reposo es necesaria para la fe creativa. El profeta cumplió su ministerio y reposó haciendo todo aquello que Dios le había mandado, además Eliseo le empezó a servir y no caminó más solo. El reposo del apóstol es ejercer su apostolado, el del pastor pastorear, el del discípulo seguir el ejemplo de su Maestro, el del creyente obedecer y servir en las cosas pequeñas para que Dios le ensanche.

Nuestro Señor siempre obró la voluntad de su Padre puntualmente (Jn. 4:34, 5:15-17, 30, 6:38-39, 9:4), al final pudo decir que había concluido la obra que el Padre le dio y proclamó “Consumado es” (Jn. 17:4,19:30).

7.d.- Reposando con esperanza. (1 Ry. 21:17-24, 27-29, 2 Cr. 21:12-15), Elías siguió su ministerio sin temor y aunque tenía que dar palabras duras de parte de Dios, las dio con esperanza y fielmente, de modo que Acab el rey se humilló delante de Dios y con ello Dios aplazó su juicio. El reposo de esperanza permitirá que Dios obre su voluntad a través de sus siervos fieles.

(2 Ry. 1:1-17) Mas adelante vemos a un profeta maduro y reposado, que no se inmuta ante las amenazas del nuevo rey Ocozías, que sentado en reposo hace descender fuego del cielo y consume a los soldados que habían ido por él, esto por dos veces, la tercera vez descendió para darle al rey la palabra de Dios, la cual se cumplió puntualmente y el rey murió conforme a su dicho.

Nuestro amado Señor también habló con exactitud y esperanza todo lo que el Padre le guió a decir, eso trajo arrepentimiento a Saqueo el publicano, a la mujer que fue tomada en el lecho del adulterio, porque tenía su esperanza en Dios y no en las personas (Lc. 20:20-26).


EL CAMINO DE LA FE

Teniendo presente que hay cuatro tipos de fe: Don de fe o fe creativa; Fe doctrinal o fundamento; Fe perseverante o fe fruto del Espíritu, y fe consciente de Dios o sentido del espíritu. El desarrollo de la fe doctrinal depende de cuánto conocemos, comprendemos, creemos y vivimos
la Palabra de Dios (1 Ti. 4:6). Para agradar a Dios es que nos fue dada la fe, pero debemos actuar en ella (He. 11:6). Lo que no es de fe, es pecado (Ro. 14:23). Sin fe reprobamos las pruebas (2 Co. 13:5). La fe es un camino definido en el que hay que avanzar paso a paso (Ro. 1:17), descubriendo la voluntad de Dios y viviendo en sus propósitos.

Siempre necesitamos un modelo que nos permita practicar lo que aprendemos, y Abraham fue evangelizado antes para ser padre o modelo de fe a los creyentes (Gá. 3:6-9, 29, Ro. 4:12, 16). Los hijos aprenden por imitación, así que debemos seguir las pisadas de fe de nuestro padre
Abraham, haciendo como él, sus obras de fe (Jn. 8:39-40).

Pablo nos enseña siete pasos que Abraham caminó mostrándonos el camino seguro de la fe que llega a la meta y obtiene resultados (Ro. 4:17-22).

1.- CONFESIÓN DE LA FE (Ro. 4:17). Abraham creyó lo que Dios le prometió, pero además creyó que Dios llama las cosas que no son como las que son, y la clave era que si él las creía las llamara como Dios. Confesar es decir lo mismo que otro dice, en este caso Dios por medio de su Palabra. Hay más de 3,500 promesas en la Biblia, cada una de ellas es un cheque al portador con
la firma de Cristo, lista para ser cobrada mediante la fe que la confiesa. No dice la Biblia que Dios pensó sea la luz, sino, “dijo Dios sea la luz y fue la luz” (Gn. 1:3). Confesar es creativo, es ejercer el poder de la vida y la muerte que está en nuestro hablar (Pr. 18:21), es por eso que debemos confesar lo que Dios nos ha prometido (Sal. 116:10, Ro. 10:10-11, 2 Co. 4:13, Sal. 119:41-43), Cristo confesó ante Pilatos algo que se oía ridículo, pero era la verdad, Él era Rey (1 Ti. 6:12-13).

2.- CONFLICTO DE LA FE (Ro. 4:18). Abraham siguió creyendo en la promesa de Dios aún y cuando la esperanza natural se había acabado, porque la fe espiritual nunca se acaba, pues nos conecta con la eternidad. Su cuerpo viejo, la matriz muerta de Sara, todo era imposible en lo natural. Del mismo modo, en tus circunstancias, cuando se han ido cerrando todas las puertas y
parece que todo se acabó, necesitas decidir si Dios está sobre tus imposibles y vencerás el conflicto entre lo que vez y lo que Dios dice. Afirma tu rostro, determina que Dios es fiel y vendrá su paz terminando el conflicto. Pablo tuvo este conflicto al punto de tener duda de vivir, pero confió en Dios, el que da vida a los muertos (2 Co. 1:8-10, Hch. 27:20-25). En el conflicto debemos someter nuestros sentidos naturales y reducir tu pensamiento a la promesa que estás esperando que Dios te cumpla, no debes ver las circunstancias, ni cuando son favorables, sino esperar por entero en lo que Dios te habló por medio de su Palabra (Sal. 31:1-6, 1 P. 1:13, Jon 2:9-10).

3.- CONSIDERACIÓN DE LA FE (Ro. 4:19). No consideró las cosas naturales que enflaquecen a la fe, y sí consideró la fidelidad de Dios en cumplir sus promesas y eso les fue por fortaleza para seguir esperando en Dios (He. 11:11-12), considerar es pensar en lo que Dios dice, llenar nuestra mente de su fidelidad (1 Co. 1:9, 10:13, 1 Ts. 5:24).

4.- CONSISTENCIA DE LA FE (Ro. 4:20a). No desconfió, no claudicó, no echó marcha atrás. Consistencia es que no se altera, no varía, no fluctúa, ni siquiera se debilita, sigue igual que al principio, persevera hasta alcanzar (He. 6:12-15). Varios héroes de la fe se murienron en la raya, creyendo (Ef. 4:13-14, He. 10:23, 11:13-16, Stg. 1:6-8).

5.- CONCIENCIA DE LA FE (Ro. 4:20b). Se fortaleció en fe, dando gloria a Dios (1 Co. 16:13). La alabanza nos vuelve conscientes de Dios y de su poder y grandeza, por sobre nuestras circunstancias por difíciles que sean. Notemos el contraste entre Sal. 106:24-25 y 12. Dios no nos pide que le alabemos porque sea vanidoso, su gloria es perfecta la reconozcamos o no, así que es más bien para que se cree la atmósfera propicia para que Dios obre, porque cuando su pueblo le alaba, Él habita en sus alabanzas (Sal. 22:3-4). La alabanza precede a la victoria, te imparte la fuerza necesaria para no distraerte de Dios hasta ver su propósito cumplido (Dt. 10:20-21).

6.- CONVICCIÓN DE LA FE (Ro. 4:21). Convencido plenamente que Dios tenía el poder para cumplir sus promesas. A veces, después de orar por un problema, se complica, por una enfermedad, se empeora, pero si tienes convicción, eso no te moverá, porque la fe es la certeza y la demostración de aquello que Dios ha prometido (He. 11:1). Abraham esperó 25 años por la
promesa de un hijo, cuando la recibió él podía, por eso vino Ismael, pero cuando Dios cumplió él ya no podía y sólo se sostuvo por convicción (Gn. 18:10-14, He. 11: 11-12). Todo lo que Dios promete es firme, sólido, confiable (2 Co. 1:20-21, 2 Ti. 1:12).

7.- CONFIRMACIÓN DE LA FE (Ro. 4:22). Dios cumplió cuando su fe fue contada por justicia, es decir, su fe agradó a Dios y Dios le dio el hijo de la promesa (Gn. 21:1-3). Abraham obedeció a Dios y obró en obediencia y en ello demostró que verdaderamente creía y fue justificado por fe sin obras sino por las obras de la fe (Stg. 2:14, 17-18, 21-24, 26). La obediencia
es la evidencia de la fe que obtiene.

Ejemplo: Si la Biblia enseña que todos los que han sido bautizados en el Espíritu Santo pueden hablar en lenguas y tú lo crees y lo pides, la evidencia de que lo has creído es que podrás hablar en otras lenguas. Ese es el paso de obediencia que demuestra tú fe.

SEGUNDO TESTIMONIO

La lección fue repasada por Dios, con lo que cada pisada de fe de Abraham fue corroborada con ambos pies, y para nosotros el camino de la fe quedó definido con claridad. Aquel niño hijo de la promesa cumplida, entró en la adolescencia y Abraham lo amaba y se sentía cumplido y gozoso, sabiendo que en ese hijo reposarían las promesas y los propósitos de Dios se cumplirían. Empero Dios quiso probarlo nuevamente, y le pidió algo que parecía absurdo, que sacrificara a su hijo, al único, al que amaba (Gn.22:1-18), repasando uno a uno cada paso de fe ya antes caminado:

1.- CONFESIÓN DE FE (Gn. 22:1-5). Abraham no dudó ni un instante, al contrario, madrugó, preparó todo y tomando a su hijo, la leña un burro, dos mozos y el fuego, se dirigió al monte Moriah para sacrificar a su amado hijo, heredero de las promesas. Él confesó al pie del monte, cuando pidió a sus mozos lo esperaran: “…Mi hijo y yo iremos, adoraremos y volveremos”.
Estaba seguro que volverían juntos, pasara lo que pasara en el monte, el tenía confianza plena en Dios y confesó.

2.- CONFLICTO DE LA FE (Gn. 22:6-7). Isaac va con su padre, sabe que van a adorar, pero algo falta, ve la leña, el fuego, pero no ve el cordero para el sacrificio y le pregunta a su papá. Seguramente Abraham tragó saliva al escuchar la pregunta y siguió caminando ante la mirada escrutadora de su hijo. El vértigo de obedecer contra la lógica, el conflicto de la fe. En ese momento se llena la mente de preguntas: “¿Y si… esto, y lo otro?”. Pero Abraham venció el conflicto mientras caminaba al encuentro de Dios en obediencia.

3.- CONSIDERACIÓN DE LA FE (Gn. 22:8). Después de considerar la situación y quién era su Dios, pudo responder: “Dios se proveerá de cordero, hijo mío”. En su corazón no cabía la menor duda de que Dios era poderoso para resucitar a los muertos si era necesario para cumplir sus promesas (He. 11:17-19).

4.- CONSISTENCIA DE LA FE (Gn. 22:9-10). Estaba determinado, no le tembló el corazón, se mantuvo fiel en la medida en que preparaba el altar, acomodaba la leña y ataba a su sorprendido hijo, que seguramente le miraba con grandes ojos de asombro. No le dio explicaciones, estaba
seguro que su hijo comprendía que en ese momento era necesario confiar totalmente en Dios, eso le había enseñado, los principios de su fe habían sido sembrados en su corazón, por lo que Isaac no se resistió, confiaba en el Dios de su padre. Abraham finalmente levantó el brazo, empuñando aquel cuchillo que brilló a los rayos del sol. El corazón de Abraham, que amaba entrañablemente a su hijo, estaba a punto de reventar, pero no por eso desistió y obedeció (Stg. 2:17-22).

5.- CONCIENCIA DE LA FE (Gn. 22:11). En ese momento el ángel de Dios le gritó deteniendo el sacrificio y él respondió: “Heme aquí”. Es de capital importancia que toda nuestra atención se concentre en Dios y no en las circunstancias, de ello dependerá el que se cumpla el propósito de
Dios.

6.- CONVICCIÓN DE LA FE (Gn. 22:12). El ángel lo detuvo para que no tocara a su hijo, le dijo que ya conocía lo que había en su corazón, temor de Dios, pues no le había rehusado a su hijo. La prueba de la fe de Abraham demostró que Dios era su prioridad, aún sobre la persona más amada para él sobre la tierra, esa convicción es necesaria en el creyente cuando es probado, y debe manifestarse antes de ser aprobado.

7.- CONFIRMACIÓN DE LA FE (Gn. 22:13-14). Un sustituto fue dado a Abraham para que adorara a Dios con la ofrenda pedida por Dios, el sello de la aprobación divina es Cristo nuestro sustituto, en quien tenemos garantizado el favor divino manifestado en la respuesta de gloria que
tuvo, porque después del sacrificio, le fueron confirmadas todas las promesas y la bendición de Dios se derramó sobre aquel hombre de fe invencible (Gn. 22:15-19), “bendiciendo te bendeciré y multiplicando te multiplicaré en gran manera”, Dios le promete dos simientes, una terrena
como la arena de la mar, y otra celestial, como las estrellas del cielo, y le confirma en forma contundente que en su simiente (Cristo), serían benditas todas las familias de la tierra, por lo cual somos hijos de la fe de Abraham (Stg. 2:23). Los aprobados en la fe, descubrirán una nueva y más íntima relación con Dios, que es la de ser sus amigos, con quienes compartirá todos sus secretos (Jn. 15:14-15).


DESARROLLO DEL FRUTO DEL ESPÍRITU FE

Dios dio por medio del profeta Habacuc una palabra para nuestra dispensación:

“Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por tiempo, mas al fin hablará, y no mentirá: aunque se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; no tardará. He aquí se enorgullece aquel cuya alma no es derecha en él: mas el justo en su fe vivirá.” (Hab. 2:2-4).

Esta palabra es para la iglesia, en la cual la fe de Cristo sería implantada en el corazón de cada creyente, que cuando la lee debe correr, es decir, ponerla a funcionar en tal manera que cumpla el propósito de Dios (1 Co. 9:24), conociendo que la carrera a la que se refiere no es de velocidad sino de resistencia y por lo tanto requiere de paciencia (He. 12:1-2). Cristo es el autor (origen) y el consumador (cumplimiento) de la fe y por lo tanto siempre debemos concentrar en Él nuestra atención. Habacuc además advierte que la fe operará en humildad y no en orgullo, por lo que para mantener el canal limpio debemos practicar la humildad, para que se manifieste la justicia que es por la fe de Cristo en nosotros (Fil. 3:9).

El apóstol Pablo desarrolla en base a esta palabra de Habacuc el tema de la fe en tres epístolas: Romanos, Gálatas y Hebreos, dando en cada caso una aplicación diferente que nos permite ver cómo se desarrolla la fe fruto del Espíritu, que nos habla de la madurez del carácter (Gá. 5:22-23).

1.- LA SEMILLA FE (Ro. 1:16-17). El tema principal de la epístola a los Romanos es la Justicia de Dios alcanzada mediante la fe, o justificación, cuando ésta libera la gracia (Ro. 3:22-24, 28, 31). La fe de Jesucristo nos trae a vida. El justo es el que ha sido justificado por la fe, quien ha recibido su fe y esto ha dado inicio a su nueva vida en Cristo por pura gracia.

Pablo inicia la epístola diciendo que su ministerio consiste en lograr la obediencia de la fe, en el Nombre de Jesucristo (Ro. 1:5), donde la fe es alguien y no algo, a quien obedecer. La epístola termina en el mismo tenor, el Evangelio revelado a Pablo, como los escritos de los profetas anteriormente, tienen el mismo propósito de que todos obedezcan a la fe, para gloria de Dios (Ro. 16:25-27).

Pero es muy claro que el apóstol pone mucho cuidado en separar las obras propias, de la fe que nos trae a la Salvación (Ro. 4:4-8), porque declara que la fe y no las obras propias son contadas por justicia, pretender algún valor de las obras propias anulan la promesa de Dios, que sólo es garantizada por la gracia al que cree (Ro. 4:13-16). Sólo justificados por la fe tenemos paz para con Dios, por medio de Jesucristo nuestro Señor (Ro. 5:1-2).

Como vimos, el apóstol en su epístola a los Romanos pone juntos la Justicia, la Gracia y la Fe, que ponen en acción la voluntad de Dios. La fe nace por la Palabra del evangelio al escucharla (Ro. 10:8-11, 17). Es contundente cuando afirma que Dios encerró todo en incredulidad para tener misericordia de todos (Ro.11:32), pero también afirma que todo lo que no es de fe es pecado (Ro. 14:23), es decir, las obras propias son pecado siempre. Mas el que tiene esta semilla de fe experimenta el gozo y la paz de Dios (Ro. 15:13).

Justificación mediante la fe de Cristo operando en el nuevo creyente, es el fundamento y seguridad que le fue sembrada, de modo que nunca el creyente dependa de su capacidad, sino de la gracia de Dios. El apóstol nos da una visión de toda la obra: si la raíz es santa, lo serán las ramas y también el fruto, explicando en Romanos el inicio o la semilla de la fe espiritual (Ro. 11:16).

2.- LA PLANTA FE (Gá. 3:10-14). La más pequeña de las semillas da la mayor de las legumbres (Mr. 4:30-32, Mt. 17:20), así la fe fue comparada a la semilla y la planta de mostaza. Ahora Pablo toma la palabra de Habacuc para hablar del justo que por la fe debe seguir viviendo, para lo cual le ha sido dado el Espíritu Santo.

Los Gálatas habían empezado bien, pero fueron movidos de su seguridad y esto frenó su crecimiento (Gá. 1:6-7, 3:1, 5:7), por lo que Pablo va a enseñarles que deben volver a poner a operar la fe de Cristo
dejando el esfuerzo propio (Gá. 3:2-5).

(Gá. 3:25-29, 4:1-2) Pablo argumenta sobre el propósito de la fe en quienes son hijo de Dios, para que sean herederos. La vida del creyente debe ser en la fe del Hijo de Dios no en su propio esfuerzo, la fe libera la gracia de Dios, es decir, permite que Cristo viva en el creyente (Gá. 2:19-21). Eso es que el justo por la fe vivirá. Esa es la verdadera vida espiritual, la que es por el Espíritu, la que libera la fe que obra por el amor (Gá. 5:5-6, 16-18), es decir, las obras de la fe y no las nuestras, son las que nos llevan a heredar lo que Dios nos dejó en Cristo (Gá. 4:6-7). La fe nos hizo vivir en el espíritu y ahora es necesario andar también en el Espíritu, donde la fe vendrá a ser un fruto cumplido (Ef. 5:22-25), porque la gracia de Cristo es con nuestro espíritu (Gá. 6:18).

3.- EL FRUTO FE (He. 10:35-39). Una semilla que germina y crece hasta formar un árbol, llegará a dar el fruto según su especie. El Apóstol en Hebreos muestra que el justo siempre vivirá por la fe que le trajo a vida y que le ha desarrollado hasta que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtenga la promesa de la grande remuneración de galardones (He. 9:15), esperando que Cristo venga para ganancia del alma.

El fruto nos habla de madurez, de cumplimiento, de la perfección alcanzada y eso es el tema principal de la epístola, que vayamos adelante a la perfección (He. 6:1-2, 11-12, 7:19, 11:40). La provisión para ser perfeccionados ya fue hecha por Cristo y está en el espíritu regenerado del creyente (He. 10:12-14,12:23). Participar de esta provisión es para que los que tenemos la fe, permanezcamos en ella sin fluctuar porque Él es fiel que nos prometió resultados y herencia.

El reposo de fe es permanecer creyendo lo que Él nos dice en su Palabra, dejando nuestras obras para obrar las suyas (He. 4:2-3, 8-11). La fe como parte del carácter de Cristo en el Creyente que sometido a Dios permanece.
La fe que alcanza la perfección es la que se mantiene activa (He. 11:1, 6, 39-40), hasta la consumación de esa fe que fue semilla, se ha convertido en árbol y está dando fruto (He. 12:2), la fe que cumple, exitosa, la que podemos aprender al imitar la de quienes han predicado, nos preceden y nos presiden (He. 13:7).

Fuimos Justificados por la fe, estamos siendo Santificados por la fe y seremos Glorificados por la fe de Cristo en nosotros, que nos dio la vida, nos mantiene viviendo y para la eternidad.