Boletín No. 2

Vol 1 No 2 Nov-Dic. 2005

FE Y AMOR
Por Ricardo Vivas Arroyo

Agradezco nuevamente la oportunidad de tu atención y de compartir contigo algo más sobre la fe que mueve montañas.


Un ingrediente que sazona la fe, sin el cual ésta sería sólo como el sonido hueco de una campana, es el amor (1 Co 13:1-3). San Pablo afirma que la fe opera por el amor (Gá. 5:6), es tan cierto que, sin amor, la fe pretendería que Dios fuera como el genio de una lámpara, que te concediera tus deseos, para luego guardarlo hasta el próximo capricho (Stg. 4:3).

El amor le da entonces sentido a la fe, porque quita de nosotros la frivolidad egoísta, y resalta la importancia que Dios tiene sobre sus obras maravillosas. El que pide sin amor sólo piensa en sí mismo, el que pide con amor piensa en Dios y en sus propósitos. La Biblia asegura que el amor todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta (1 Co 13:7). Dios es amor y el que vive en amor, vive en Dios y Dios en él 1 Jn. 4:16). Todo el poder de Dios no es suficiente, a menos que aceptes que Dios te ama, es entonces cuando estarás seguro que lo hará y extenderás la fe como una mano para recibirlo.


La fe es la certeza de lo que esperamos, es la demostración de la respuesta que aún no vemos (He. 11.1). La fe que ama sabe que Dios todo lo hace con propósito y es por eso que puede esperar el tiempo que sea necesario para que éste se cumpla y venga la respuesta.

Cristo amaba a Lázaro y a sus hermanas y aún así, cuando recibió el mensaje de que su amigo estaba grave, no corrió a su lado de inmediato, porque no sólo quería sanarlo, sino fortalecerlo más en su fe. Él dijo después: “Lázaro ha muerto y me alegro por vosotros de no haber estado ahí, para que creáis” (Jn. 11:14-15). Fue difícil la prueba, pero el amor hizo posible que siguieran confiando hasta el final y por eso Lázaro resucitó. El Señor no llegó tarde, nunca lo hace, pero tampoco se anticipó, porque su propósito de amor era mayor que el milagro que esperaban. Después de la resurrección, ¿habría alguna cosa que pudiera moverlos de la seguridad que obtuvieron en Cristo? Cuando Dios te pasa por el valle de sombra de muerte, no temas mal alguno, porque Él estará infundiéndote aliento con la vara de su Palabra y el callado de su Espíritu Santo (Sal. 23:4), rodeándote de su fiel amor como el pastor que su vida dio por sus ovejas.

El maravilloso amor de Dios es el más grande de sus poderes. De nada nos serviría saber que Dios creó el universo y creer que Él todo lo puede, si no supiéramos que nos ama de tal manera que estuvo dispuesto a humanarse y ocupar nuestro lugar para llevar nuestra condenación. Al sentir su amor que nos perdona y nos bendice a pesar de nuestro pecado y miseria, es que creemos y le abrimos nuestro corazón, San Juan dijo convencido: “Nosotros
le amamos a Él, porque Él nos amó primero” (1 Jn. 4:19).

Ahora ya sabes que fe y amor deben ir de la mano, pero aún hay algo más. ¡Hasta la próxima!

MOTIVOS DE ORACIÓN

Orar porque Dios nos dé el templo prometido y la iglesia entera lo posea.

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Orar por el grupo de evangelismo, que en la próxima campaña en Puebla, Dios salve a muchos y que los dones del Espíritu Santo operen libremente.

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Orar por los cultos de casa, que crezcan y que la iglesia se involucre más.

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Orar por victoria para nuestros hermanos en pruebas.

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Orar por el pastor y sus visitas a las iglesias, ya que se propuso visitar a todas por lo menos una vez este año y aún faltan algunas.

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Recuerden que el equipo de oración se encuentra intercediendo continuamente por las necesidades que se van presentando en la iglesia cada día. Dios ha obrado maravillas.
¡Gloria a Dios!