Sana Doctrina

Mi pueblo fue llevado cautivo porque le faltó conocimiento (Is. 5:13). Una de las necesidades más grandes del pueblo de Dios es profundizar en el conocimiento de su Palabra. Cautiverio es servidumbre y confusión religiosa, tipificados por Babilonia, a donde fueron llevados cautivos. Verdades a medias o sin balance equivalen a errores; las tradiciones son substitutos de la revelación. Es por eso que nuestra carga es presentar la doctrina en forma estructurada y no como verdades sueltas o deshilvanadas, tal como Pablo recomendó a Timoteo, que retuviera los esquemas o formas en que era presentada la doctrina, y que al entrar en temas particulares, hiciera bien los trazos, sin perder el esquema general, para no tener que avergonzarse (Ti. 1:13, 2:15).

Doctrina viene del griego, didaskalia, que significa un conjunto de principios e instrucciones específicas sobre un tema, que se transmiten en forma sistemática mediante la relación enseñar-aprender. Quien la domina y la imparte es el didaskalos o doctor, maestro o instructor; en latín la palabra es doctus. La sana doctrina cristiana tiene como su única fuente el Nuevo Testamento de la Biblia, y puede ser ilustrada por la rica tipología del Antiguo Testamento; siempre debe ser corroborada y consistente con toda la Biblia y resistir cualquier análisis desde todas las diferentes perspectivas de la Palabra de Dios.

El apóstol Pablo se refiere en sus epístolas pastorales en siete ocasiones a la sana doctrina, dando en cada ocasión una clave para poder conservarse en ella. Lo cierto es que es de suma importancia para un creyente en Cristo, conocer las verdades reveladas por Dios en su Palabra, de modo que las pueda comprender, practicar y transmitir, disfrutando así de la eficacia de sus principios y del poder de la voluntad de Dios expresada en ellas. Baja y disfruta de los estudios que con amor ponemos para bendición del pueblo de Dios que así lo anhele.